lunes, 21 de abril de 2008

Todo pasa


El lunes de luna llena, el Luna Park estaba lleno. A las 21 horas empezó la última edición del triplete piojoso en el bajo porteño. "Chac tu chac" fue el tema que musicalizó el comienzo. Bien arriba, siguieron "Desde lejos no se ve" y "Esquina Libertad".


"Buenas noches Luna Park", dijo Andrés Ciro, después de que sonara "A veces", donde las caderas dejaron de moverse verticalmente para hacerlo de manera horizontal. Le siguió "Basta de penas", que sonó las tres noches. ¿Se tratará del próximo corte de difusión de "Civilización"?. No lo sabemos. Para mantener la calidez, luego llegó "Tan solo", donde hubo solos, pero del público, en las últimas estrofas y únicamente acompañados por la batería de Roger. Seguido, una proyección caleidoscópica en las cuatro pantallas -que acompañaron al escenario en las tres jornadas- secundó a una caliente "Luz de Marfil". En el mismo rumbo de melodías, y de la mano de Micky en el micrófono, vino "Fijate", donde fueron nubes las que se veían reflejadas en los telones de luz.


Por segunda vez en el fin de semana, sonó "Un buen día", también de la voz del bajista, mientras Piti, soltando un momento su guitarra, arengaba a más pogo del que ya se había generado. Ciro retomó el micrófono con "Agua". Le siguieron un "Pacífico", iluminado cromáticamente y un "Vine hasta aquí", donde Piti fue instado por Ciro a cantar una estrofa.


Luego, una nueva apuesta de la banda, dijo presente por tercera vez. Se trataba de una reversión de "Siembre bajando" condimentado por el teclado de Chucky, donde se colaron un pedacito de "Sympathy for the devil", de los Rolling Stones y "Hey Jude" de los Beatles.


El clima viró cuando llegó "Shup shup", con la clásica intervención actoral del cantante de la banda, que representa los cuadros que se describen las estrofas de esa canción tan noventosa. Seguido, las cuerdas y la voz confluyeron en la punta de la plataforma para darle lugar a "Todo pasa", donde el público cantó la última estrofa. "Tendríamos que tocar mañana", señaló Andrés Ciro. La gente, parte de la cual había estado también sábado y domingo, exclamaba un "sí" al unísono. "Quiero escucharlo cantar a mi amigo Chaky García", señaló Ciro luego, para que la voz sea invadida por De Ípola, que con sus teclas dio el puntapié inicial de "Ruleta".


A diferencia de las otras dos noches, donde Sergio Pángaro y Baccarat fueron invitados, la noche del lunes tuvo a otros amigos arriba del escenario. "Y ahora vamos a recibir con un fuerte aplauso a un amigo", dijo Ciro. Entonces apareció, de riguroso negro y ya clásica hiperkinesia, Fernando Ruiz Díaz, de Catupecu Machu. Calzando una guitarra y agregando su imponente voz, se sumó a la banda para que "Morella" suene en una versión aún más poderosa que la tradicional. "Le dedico este momento a Gabriel Ruiz Díaz, que cumplió años hace tres días", dijo en referencia a su hermano, quien también era bajista de la banda de Villa Luro, hasta que fue obligado a un parate luego de un accidente en marzo de 2006, del cual todavía está recuperándose.


Bises. La gente pedía desesperadamente agua, mientras el campo estaba empapado de pasión. Entonces volvieron al escenario y Ciro recordó que durante los dos días anteriores habían invitado a Rodrigo de La Boca el sábado y Fede de Flores el domingo para que toquen la guitarra en "Bicho de ciudad". Entonces, correspondía hacer lo mismo, pero con una señorita. A falta de chicas guitarristas, el elegido fue Omar, de Villa Ortúzar, quien -muy sagaz- tenía un cartel que expresaba sus ganas de subir a tocar. Así que subió, tocó, cantó y sonrió hasta que la boca no le entrara en la cara. Los invitados que siguieron no trajeron carte, pero sí un anuncio de que el 17 de mayo estarán en el mítico estadio. Se trataba de El Mono, Maikel y Maffia de Kapanga, que así como estuvieron en la edición de este año del Cosquín Rock, subieron a tocar "Verano del ´92". "Hay que probar el escenario", dijo el rockero cantante cuartetero.


Para después de los segundos bises, y luego de ser reclamado durante las tres jornadas, vino "Babilonia", como si el hacerse esperar hubiese macerado las ganas de saltar, gritar y bailar del público. Continuando el agite reinante, vino "Cruel", donde aún con el pogo explosivo, ya se sentía el final. Efectivamente, la lectura de banderas llegó después de "Buenos días Palomar", que ya es uno de esos temas para cargar chicas al hombro. Chaco, fue el primer trapo leído. Le siguieron Merlo, Florencio Varela, Lanús, Villa Elisa, Palermo, Berazategui, y la infaltable de La Boca, entre otras muchas banderas de mediano tamaño, ya que el post Cromañón llevó al recuerdo aquellos retazos interminables.


"Muchísimas gracias por estas tres noches alucinantes", dijo el cantante para despedirse. Una vez prendidas las luces, la gente se resistía a irse. Los de seguridad trataban de hacerles entender lo incomprensible: las tres primeras fechas propias de Los Piojos ya se habían esfumado, como arena que se escapa de las manos. Entonces a salir a calle, cruzarse con los volanteros de otras bandas, los cocacoleros callejeros y los vendedores de remeras, banderas y posters. A buscar la forma de retornar a los hogares, en la noche ya otoñal de lunes. Por ahí estaba Omar, de Villa Ortúzar, retorciendo su remera llena de transpiración y alegría. "Vine a las 4 y me traje el cartel desde mi casa porque si habían subido dos pibes, yo también quería tocar", decía con la felicidad exclusiva que trae el éxito de un objetivo cumplido. Toca la guitarra desde hace tres años y con sus diecisiete, hace unos 5 años que sigue a los del Palomar. También en la calle estaban Adrián y Ezequiel de Berisso y Daniela y Vanesa de Los Hornos, que decían que la habían pasado mejor que en el Quilmes. Vanesa, más contenta que sus amigos, porque estaba festejando sus 19 años.


Por las calles que rodean al Luna el comentario "Nos vemos en Rosario", era un eco. Será hasta entonces para algunos, o hasta el próximo Luna, que ya viene siendo un punto de reunión piojoso.


Redacción: Nadia Mansilla
Foto: Sebastián Klein

domingo, 20 de abril de 2008

Esto debe ser estar feliz


La noche de un domingo muy primaveral, ya casi sin humo, gestó el segundo show de Los Piojos en el Luna Park. Un poco más temprano que el día anterior, y aunque Natalí de Caballito apostaba iba a comenzar con "Manjar", el ritual empezó con un potente "Arco", seguido de "María y José".


"Ay ay ay", dijo presente con su diálogo de tarareos entre Andrés Ciro y el público, donde nunca falta el "Upa my nena". "Y qué más" con su pedacito de "Let it bleed", de los Rolling Stones, acumuló besos y caricias entre el público. "Basta de penas", a su vez, movilizó al baile. "Los cancheros", llamó al pogo y "Luz de marfil" más todavía.


Guido, que no paraba de gesticular cada canción que la banda tocaba, no se acuerda cómo empezó a escuchar a Los Piojos. Lo que sí sabe, es que quiere que suene el tema "ese que Ciro sale con la flauta y después tocan todos. Ese quiero". Guido tiene 5 años, y asistió al Luna con su papá, que los sigue desde el ´93.


Después de "Un buen día", con Mickie en el micrófono, llegó "Fantasma" y "Manjar", con una pizca de "Debede", de Sumo. "Un aplauso para Luca Prodan", dijo el cantante, como agradeciendo una de las patas de estilo en la que se apoya la banda. Luego, tal como el día anterior, sonó "Siempre bajando", más "Sympaty for the Devil" de Los Rolling Stones y "Hey Jude" de Los Beatles."


Vamos a hacer un tema para los enamorados", dijo el cantante. Y después de comprobar que había más enamorados no correspondidos que sí, señaló que "tendrían que resucitar a Galán". Y con más besos y caricias, suspiros, mensajes de texto y llamados, vino "Ando ganas". Tal como en el registro en vivo de "Ritual", hubo pifiada del público que Ciro festejó.


Ahí fue cuando, el escenario, que estaba dispuesto como el sábado, se vistió de añejo para que volviera un recurso también usado el día anterior: Chucky y Los implacables. Un cuarteto de teclado y vientos que ejecutaron un jazz como antesala a la puesta en escena que luego vendría. Pero esta vez, las chicas que le pedirían una foto a Ciro fueron Sabrina y Gissela. Y Sergio Pángaro y Baccarat volvieron a ser invitados para "Pollo viejo". "Por suerte, estamos lejos de ser pollos viejos", dijo Ciro, sobre la canción que habla del éxito en tiempo pasado. "Pacífico" antecedió a "El Farolito". Un pogo que rebalsaba de energía, sólo fue calmado con la improvisación en el teclado de Chucky.


Seguido, si bien algunos acordes de la guitarra de Tavo amenazaban con "Tan solo" -tanto que la gente lo empezó a cantar al unísono- fue el turno de "Difícil". El cantante presentó a las cuerdas invitadas, que eran tres violines y un chelo. Los cuatro dijeron tímidamente su nombre, a excepción de Sebastián que se explayó con una patricia denominación. Y después de que Ciro dijera "a ver cómo suena eso" a la chelista y ella contestara, fue Sebastián quien tomó su arco y su violín para hacer sonar una inconfundible melodía: "Jijiji", de Los Redondos.


Cuando la banda de El Palomar se había adentrado en una versión de "Longchamps Boggie", de Pappo, la música viró hacia un imponente "Pistolas". Paula de Catán no paraba de bailar, aunque la densidad humana del "delante de todo" insistía en limitarla. Había venido con una compañera de trabajo, Gabriela, con quien después del recital, iban a entrar a su laburo. A pesar de lo larga que sería su noche, se dedicó a la intensidad del disfrute.


Y para "Bicho de ciudad", volvieron los violines y el invitado piojoso en guitarra: esta vez fue Fede de Flores. "Olvidate" y "Genius", para un final al taco. Si bien la gente pedía "Babilonia", el recital -con más de dos horas de show- terminó después de leer las banderas. Una de las que estaba ahí, era la de Leonel Piter, un piojoso que ya no está debido a un supuesto caso de mala praxis que la justicia todavía no resolvió y cuya mamá se encarga de difundir vía foros y fotologs de piojosos. De hecho, hubo un banderazo antes del recital para dar a conocer el caso que lleva 43 meses de impunidad.


Cuando terminaron de repartir púas, listas de temas y palillos, la banda saludó al público, abrazados en la punta de la plataforma del escenario. Minutos después, por segunda vez, las inmediaciones del Luna Park fluyeron de piojosos y piojosas que, según el cantante, habían estado "más calientes" que el día anterior. Como Carlitos y Eugenia, que se vinieron en colectivo desde Salta, para concurrir los tres días.Faltaba un ritual de esta seguidilla "boca en boca".


Redacción: Nadia Mansilla
Foto: Sebastián Klein
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sábado, 19 de abril de 2008

La noche venía caliente, estaba lleno el Luna Park

Faltaban veinte minutos para que dieran las diez del sábado en el bajo de una Buenos Aires humeante y en el Luna Park, luego del video introducción de la Gira Civilización, sonó "Te diría". Así de concreto fue el comienzo del primero de los tres show de Los Piojos en el estadio porteño.

Luego vendría un ensordecedor "María y José", a toda potencia. "Buenas noches Luna Park", dijo Andrés Ciro, y junto a los mismos vientos que estuvieron en el Quilmes Rock, sonó "Taxi boy". Y desde la platea podía verse al equipo técnico bailar en sus postas.


"Esta vez las máscaras no fueron de vestuario. Qué humo de mierda", dijo Ciro, para seguir luego con "Quemado", que llevó el tradicional plus de "Don't turn blue", de Sumo. La batería de Roger le agregó oscuridad al clima que esa canción genera. A continuación, llegó "Basta de penas", luego de que el cantante dijera "Ayúdenme a cantarlo, que no lo hicimos nunca". Hasta le trajeron un atril para las letras. Y siguió el recital, elevando el mercurio de movimiento con "Labios de seda", donde Ciro tomó una máscara de público, que era un piojo civilizado.


El escenario, sin el paredón de leds pero con cuatro pantallas que proyectaban distintos ángulos de lo que sucedía en el estadio, recibió a "Los mocosos". Allí Tavo se encargó de sumar tensión a través de sus cuerdas a la descripción urbana del tema. Luego, casi sin avisar, Micky arremetió con "Fijate". Y cuando el público apostaba que seguiría "Un buen día", aparecieron en las pantallas, imágenes inéditas de la filmación del video de "Bicho de ciudad". Sierras, río, risas, rezos.


Seguido, Ciro adelantó "ahora vamos a traer un tema para los viejos piojosos", y empezaron a sonar los acordes de "Canción de cuna", apoyados en violines que llenaron de fuerza la suavidad del tema. Hacia el final de la canción, el escenario se pobló de piojositos. Niños integrantes de la gran familia piojosa, habían subido a hacer sus coros de voces finitas y rostros sorprendidos. Aplausos para las caritas entusiasmadas. Luego de "Manjar", con el coletazo de "Debede", también de Sumo, llegó "Genius". Ahí también estuvieron los vientos.


Mención especial se merece lo que siguió después: la versión de "Siempre bajando", con una estrofa de "Sympaty for the devil", de los Rolling Stones y otra de "Hey Jude", de Los Beatles. Tres canciones que hilaron perfectamente, creando una trama sonora implacable. Implacables eran los que acompañaron a Chucky. Victor Skorupsky en el saxo, Bebe Ferreira en el trombón y Juan Cruz de Urquiza en la trompeta, junto al teclado de Ípola, improvisaron un jazz con solos de cada instrumento.


A continuación, una escena teatral que involucró a Katja y Clara: dos jovencitas que le pedían a Ciro -que estaba sentado en una mesa de bar, como si tomara un café en una tanguería- una foto. Ciro, vistiendo saco y peluca canosa, accedía gustoso, para luego enterarse que lo que las chicas le pedían en realidad era que él les saque una foto a ellas, y no con ellas. Entonces, sonó "Pollo viejo", que además de la puesta en escena donde todos los músicos llevaban atuendos envejecidos, contó con la presencia de Sergio Pángaro y Baccarat.


Luego de "Pacífico" y "Ruleta", Ciro preguntó quiénes sabían tocar un instrumento y eligió a uno para tocar la guitarra de "Bicho de ciudad". Como el elegido se arrepintió, la búsqueda siguió por el otro lado del campo del Luna y así fue que subió Rodrigo, de la Boca. Con una remera de Cosquín Rock y una presencia sin una pizca de timidez, tocó el tema del nuevo disco y después de saludar a sus compañeros de ritual, se despidió con un "Gracias loco", emocionado.


"Ese tema hacía mucho que no lo tocábamos, creo que la última vez fue en Atlanta", dijo Ciro, después de que sonara el inédito Blues del San Martín. Luego, "Cruces y flores" y "El Balneario". Después, el Changuito Farías Gómez largó los tambores para rasgar la guitarra en una larga introducción para "Unbekkant". Los músicos caminaban con la luz roja de fondo, mientras las voces germanas seguían sonando aún terminado el tema. A continuación, "Buenos días Palomar", anunciaba el final, mientras Mickiy se sentaba en un bafle, como si estuviera a la sombra de un árbol.


Lectura de banderas y "hasta mañana los que puedan", dijo Ciro para cerrar la noche. Una vez afuera el público también concluía la velada, comprando remeras o comiendo panchos. Como Lucho de Villa Adelina, que se volvía con la gente del barrio a su casa, mientras Julián, La Colo y Dani, de Ciudad Jardín y Flores, esperaban que los pasen a buscar. También estaban esperando Nora, Cintia, Brenda y Bárbara. Cuarteto compuesto por madre que fue llevada por sus tres hijas a ver a la banda por primera vez. Nora, a quien le calzaron remera, mochila y zapatillas blancas, estaba alucinada. Hasta pudo escuchar "Pollo viejo", el tema que más le gusta. Otros, en su mayoría del interior del país, se dedicaron a pasear por las peatonales del centro porteño o fueron a comer pizza a Las Cuartetas. Hasta mañana, entonces.


Redacción: Nadia Mansilla
Foto: Sebastián Klein
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sábado, 5 de abril de 2008

No te sorprenda volverme a ver



Faltaban unos minutos para que den las 11 de la noche del primer sábado de abril. El cielo amenazó con algunas nubes, que se dieron cuenta que allí no era su lugar. La proyección del video de la Gira Civilización, una larga intro y el ingreso de la banda al escenario en una original manera: Roger, Chuky y el Changuito Farías Gómez en una bicicleta triple; Micky en una antigua Citroën, Tavo y Pity en un sidecar y Ciro en un autito colorado alemán llamado Masserschwitt. Todos vestían diferentes mamelucos azules. Entonces como puntapié inicial del show sonó "Manjar", con un segmento de "Debede" (que había sonado por segunda vez en la noche. La primera, en la presentación de Las Pelotas, que antecedió a los de El Palomar en la tercera fecha del Quilmes Rock).

"Buenas noches ¿cómo están? Qué linda noche nos tocó", dijo Ciro, apenas terminó la primera canción. Luego, el cemento vibró con "Esquina Libertad", que sonó por primera vez en el año del Che. Seguido a "Taxi boy", se escuchó "Cruces y flores". Videos alusivos y un momento de silencio, tanto arriba del escenario como abajo en el campo y las plateas, en honor a los soldados de Malvinas, a 26 años de la cruel jugada de la última dictadura argentina. La armónica con la que Ciro, que entonces llevaba una remera con la cara de San Martín, entonó el Himno Nacional Argentino precedió sus pocas palabras para el breve homenaje: "Para los héroes de Malvinas. Los que quedaron allá y los que volvieron".

Después del momento de conmemoración, vino "Ay ay ay". Mientras Tavo volaba con su guitarra, vistiendo ya una remera con el rostro de Luca Prodan, la cancha llena hacía el tradicional jueguito de palmas y manos que se meneaban de un lado a otro.

Y sonó "Muy despacito", canción que Ciro le dedicó a un pibe muerto (Diego de Palomar) cuyo cuerpo fue tirado en El Palomar después de un secuestro. Un tema que creó un momento iluminado por celulares en la cancha y por una luz azul en el escenario. Luego vino "Luz de Marfil", con el led del escenario proyectando imágenes caleidoscópicas. Y River volvió a vibrar.

"El Citroën está en venta", dijo Micky, que vestía una remera amarilla, un colorido gorro norteño y un bajo naranja. Y con la proyección de una pecera, con la sensación de mucha paz, sonó "Fijate". Acto seguido, vino "Un buen día". En los leds ahora había una autopista de colores e imágenes de los distintos integrantes de la banda, con un clima completamente distinto al de hacía un momento y donde hasta los acoples quedaban bien, mientras era él mismo el que cantaba.

Acto seguido fue el turno de "Fantasma", con el jueguito en el que Ciro gambetea con una luz roja, mientras calza una capucha y lleva una joroba artificial que teatraliza un aquelarre de espectros. Aquí tuvo un rol fundamental el trío de vientos que conformaron Victor Skorupsky en el saxo, Bebe Ferreira en el trombón y Juan Cruz de Urquiza en la trompeta.

Cuando estaba terminado "Arco" y Andrés Ciro desfilaba por la plataforma que antecedía el escenario, el cantante señalaba algunos de los pibes allí apostados (en muchos casos desde temprano en la tarde) mientras les sentenciaba "pasará tu pena". Luego de un momento, el mismo líder preguntó si ya era medianoche y, arremetiendo con una breve versión de "Como Alí", se recordó a Jorge Guinzburg con el denominado "pogo de las 12". Puños estilo pop art se veían en las pantallas, como una añoranza al animador, conductor y humorista que luchó con tanta garra frente a su enfermedad.

"Todo pasa" fue tocada con Ciro sentado en un banco alto, mientras se veían radios viejas pasar por los led y una decena de banderas flameaban en la delantera del campo. Luego vinieron "Difícil", "Ruleta" y "Pacífico".

Terminada una pausa, más de veinte percusionistas, con sus tambores en brazos, invadieron el escenario. Y este fue el momento más fuerte de la noche. Dieciséis años y un otoño después, llegó "Verano del '92", con La Chilinga como invitada y la presencia de Daniel Buira, ex baterista de la banda. "Vamos a invitarlo a tocar un par de temas de aquellos, de antaño", dijo Andrés Ciro, y el director de la murga tomó el asiento rodeado de parches y platillos.

Con esa formación, la original de la banda, sonaron "Genius" y "Cruel". Ante tanta efusividad por parte de los 60.000 presentes, el cantante apuntó: "¡Este es el premio!", en referencia a los Carlos Gardel.

Intervalo otra vez, para retomar luego a la última parte de la fiesta. "Bicho de ciudad", "Unbekkant", donde el Changuito Farías Gomez tomó la guitarra acústica como posta, luego de las voces en alemán que emulan un noticiero de tierras germanas. A continuación, "Muévelo", con Leonel y Malena, dos piojosos, bailando en el escenario. Cuando después de mucho pedir, el público consiguió que sonara "Babilonia", el cemento del Estadio Monumental volvió a vibrar.

"No van a creer que voy a leer todas esas banderas", dijo Ciro, mientras sonaba "Finale". Ayudado por los demás integrantes de la banda, se escucharon nombrar a las de Merlo, Bragado, Laferrere, Villa Insuperable, San Justo, Palermo, Tucumán, Avellaneda, San Luis y Villa Bosch, entre muchas tantas otras.


Cuando ya varios habían poblado las calles de Nuñez para retornar a sus casas, muchos recularon porque inesperadamente empezó a sonar "Around & Around / Zapatos de gamuza azul", con la suma de toda la energía volcada durante las más de dos horas de show. Y así terminó la tercera fecha del Quilmes Rock.

Los micros clandestinos, con destino "conurbano bonerense", estaban llenos. Piojosos que volvían a sus barrios, como racimos. También había otros que emprendían el largo regreso a casa en auto, como Matías y Martín, dos rosarinos que viajaron especialmente para la ocasión. Y otros, a esperar el transporte público. Como Santy de Ciudad Evita, que estaba más que contento porque su bandera fue leída y que estaba con Gaby, que se vino sola desde Devoto y ahí se encontró con Vanina de Tapiales, con Chechu y el Chino de Aldo Bonzi y Lali de Parque Patricios. Desde lugares tan disímiles, se conocieron a través del espacio cibernético www.lospiojosforo.com.ar y se apalabraron una próxima juntada no virtual cuando vengan los Lunas que Andrés Ciro deslizó en forma de guiño como próximas presentaciones.

Fue el quinto River de Los Piojos.
Fue un ritual inolvidable.

Redacción: Nadia Mansilla
Edición: Martín Correa
Foto: Sebastián Klein