El lunes de luna llena, el Luna Park estaba lleno. A las 21 horas empezó la última edición del triplete piojoso en el bajo porteño. "Chac tu chac" fue el tema que musicalizó el comienzo. Bien arriba, siguieron "Desde lejos no se ve" y "Esquina Libertad".
"Buenas noches Luna Park", dijo Andrés Ciro, después de que sonara "A veces", donde las caderas dejaron de moverse verticalmente para hacerlo de manera horizontal. Le siguió "Basta de penas", que sonó las tres noches. ¿Se tratará del próximo corte de difusión de "Civilización"?. No lo sabemos. Para mantener la calidez, luego llegó "Tan solo", donde hubo solos, pero del público, en las últimas estrofas y únicamente acompañados por la batería de Roger. Seguido, una proyección caleidoscópica en las cuatro pantallas -que acompañaron al escenario en las tres jornadas- secundó a una caliente "Luz de Marfil". En el mismo rumbo de melodías, y de la mano de Micky en el micrófono, vino "Fijate", donde fueron nubes las que se veían reflejadas en los telones de luz.
Por segunda vez en el fin de semana, sonó "Un buen día", también de la voz del bajista, mientras Piti, soltando un momento su guitarra, arengaba a más pogo del que ya se había generado. Ciro retomó el micrófono con "Agua". Le siguieron un "Pacífico", iluminado cromáticamente y un "Vine hasta aquí", donde Piti fue instado por Ciro a cantar una estrofa.
Luego, una nueva apuesta de la banda, dijo presente por tercera vez. Se trataba de una reversión de "Siembre bajando" condimentado por el teclado de Chucky, donde se colaron un pedacito de "Sympathy for the devil", de los Rolling Stones y "Hey Jude" de los Beatles.
El clima viró cuando llegó "Shup shup", con la clásica intervención actoral del cantante de la banda, que representa los cuadros que se describen las estrofas de esa canción tan noventosa. Seguido, las cuerdas y la voz confluyeron en la punta de la plataforma para darle lugar a "Todo pasa", donde el público cantó la última estrofa. "Tendríamos que tocar mañana", señaló Andrés Ciro. La gente, parte de la cual había estado también sábado y domingo, exclamaba un "sí" al unísono. "Quiero escucharlo cantar a mi amigo Chaky García", señaló Ciro luego, para que la voz sea invadida por De Ípola, que con sus teclas dio el puntapié inicial de "Ruleta".
A diferencia de las otras dos noches, donde Sergio Pángaro y Baccarat fueron invitados, la noche del lunes tuvo a otros amigos arriba del escenario. "Y ahora vamos a recibir con un fuerte aplauso a un amigo", dijo Ciro. Entonces apareció, de riguroso negro y ya clásica hiperkinesia, Fernando Ruiz Díaz, de Catupecu Machu. Calzando una guitarra y agregando su imponente voz, se sumó a la banda para que "Morella" suene en una versión aún más poderosa que la tradicional. "Le dedico este momento a Gabriel Ruiz Díaz, que cumplió años hace tres días", dijo en referencia a su hermano, quien también era bajista de la banda de Villa Luro, hasta que fue obligado a un parate luego de un accidente en marzo de 2006, del cual todavía está recuperándose.
Bises. La gente pedía desesperadamente agua, mientras el campo estaba empapado de pasión. Entonces volvieron al escenario y Ciro recordó que durante los dos días anteriores habían invitado a Rodrigo de La Boca el sábado y Fede de Flores el domingo para que toquen la guitarra en "Bicho de ciudad". Entonces, correspondía hacer lo mismo, pero con una señorita. A falta de chicas guitarristas, el elegido fue Omar, de Villa Ortúzar, quien -muy sagaz- tenía un cartel que expresaba sus ganas de subir a tocar. Así que subió, tocó, cantó y sonrió hasta que la boca no le entrara en la cara. Los invitados que siguieron no trajeron carte, pero sí un anuncio de que el 17 de mayo estarán en el mítico estadio. Se trataba de El Mono, Maikel y Maffia de Kapanga, que así como estuvieron en la edición de este año del Cosquín Rock, subieron a tocar "Verano del ´92". "Hay que probar el escenario", dijo el rockero cantante cuartetero.
Para después de los segundos bises, y luego de ser reclamado durante las tres jornadas, vino "Babilonia", como si el hacerse esperar hubiese macerado las ganas de saltar, gritar y bailar del público. Continuando el agite reinante, vino "Cruel", donde aún con el pogo explosivo, ya se sentía el final. Efectivamente, la lectura de banderas llegó después de "Buenos días Palomar", que ya es uno de esos temas para cargar chicas al hombro. Chaco, fue el primer trapo leído. Le siguieron Merlo, Florencio Varela, Lanús, Villa Elisa, Palermo, Berazategui, y la infaltable de La Boca, entre otras muchas banderas de mediano tamaño, ya que el post Cromañón llevó al recuerdo aquellos retazos interminables.
"Muchísimas gracias por estas tres noches alucinantes", dijo el cantante para despedirse. Una vez prendidas las luces, la gente se resistía a irse. Los de seguridad trataban de hacerles entender lo incomprensible: las tres primeras fechas propias de Los Piojos ya se habían esfumado, como arena que se escapa de las manos. Entonces a salir a calle, cruzarse con los volanteros de otras bandas, los cocacoleros callejeros y los vendedores de remeras, banderas y posters. A buscar la forma de retornar a los hogares, en la noche ya otoñal de lunes. Por ahí estaba Omar, de Villa Ortúzar, retorciendo su remera llena de transpiración y alegría. "Vine a las 4 y me traje el cartel desde mi casa porque si habían subido dos pibes, yo también quería tocar", decía con la felicidad exclusiva que trae el éxito de un objetivo cumplido. Toca la guitarra desde hace tres años y con sus diecisiete, hace unos 5 años que sigue a los del Palomar. También en la calle estaban Adrián y Ezequiel de Berisso y Daniela y Vanesa de Los Hornos, que decían que la habían pasado mejor que en el Quilmes. Vanesa, más contenta que sus amigos, porque estaba festejando sus 19 años.
Por las calles que rodean al Luna el comentario "Nos vemos en Rosario", era un eco. Será hasta entonces para algunos, o hasta el próximo Luna, que ya viene siendo un punto de reunión piojoso.
Redacción: Nadia Mansilla
Foto: Sebastián Klein
Foto: Sebastián Klein