miércoles, 4 de junio de 2008

Cuántas veces arranqué por tu amor




Maxi de Lanús tiene 24 años y un tatuaje de Los Piojos en su espalda. La primera vez que los fue a ver fue en el 2001 en Atlanta. Otro que eternizó la pasión en su piel –con el hombrecito de “Chac tu chac”- es Luciano, de La Boca, que tiene 22 y su primer ritual fue en algún Obras. Con él está Belén, de Avellaneda, que la primera vez que los vio fue en el Quilmes de este año, porque dice que es “más ricotera que piojosa”. Al menos por ahora. Cerca suyo está Jimena, que es de Barracas. Tiene 20 años y hace 8 presenció un recital de Los Piojos en Huracán. Todos, minutos antes de las 21 del primer miércoles de junio, tejían la famosa “previa”: el aguante de antes que Los Piojos salgan al escenario.



Cuando las pantallas del escenario -que estaba dispuesto igual que la jornada anterior- dejaron de mostrar las imágenes de agua tierra fuego y aire que dan inicio a los rituales versión ’08, sonó, irreverente, “Arco”. Mientras las banderas de Merlo, Guernica y Morón eran flameadas con entusiasmo, las pantallas ahora transmitían retratos vivos de un fuego despiadado. Siguió “Te diría” y “María y José”, como un trío imbatible.



“Civilización” continuó el rumbo del recital. Después de preguntarle al público cómo estaba, y recibir un “¡bien!“ al unísono, Andrés Ciro anunció que el que seguía era “un viejo tema”. Y con unas tenues luces azules llegó “Angelito”. “Basta de penas”, con Ciro y Piti sentados, fue lo que siguió. Para cuando arrancó “Motumbo”, la platea empezó a pararse, para agitar con el tema de “Verde paisaje del infierno”. “¡Danke!” exclamó el cantante, mientras que Peter y sus chinas iban por ahí.



Una proyección caleidoscópica volvió a decir presente cuando sonó “Luz de marfil”. Luego Micky tomó el micrófono, agarró el público y lo metió en su bolsillo, al cantar “Un buen día”. Ciro retornó al micrófono para cantar “Fantasma”, que contó con los vientos de Victor Skorupsky en el saxo, Bebe Ferreira en el trombón y Juan Cruz de Urquiza en la trompeta. Luego sonó “Manjar”, con el pedacito de “Debede”, de Sumo, que lo acompaña. En estas dos canciones, Andrés anduvo con mayor libertad de movimiento porque llevaba un micrófono inalámbrico que pendía sobre su oreja. Así, sus pasos de baile tuvieron más espacio.



Seguidamente, Andrés Ciro anunció: “Vamos a invitar a un viejo amigo de la banda, coautor de este tema”. Y entonces apareció Diego Chávez, de la QK del Quía, para cantar “Siempre bajando” (más ”Sympathy for the Devil" y "Hey Jude”). Abrazo arriba del escenario. Aplausos desde abajo.



Otro invitado llegó para el siguiente tema. Se trataba de Piti Fernández, pero el de Las Pastillas del Abuelo. “¿Cuándo van a ver dos Pitis Fernández juntos?”, bromeó el Piti Piojo desde el mic. Fue para tocar “Tan Solo”, en la que mientras el Piti de Las Pastillas gesticulaba enfático, Ciro filmaba a la gente del público. Luego, después de que sonara “Dientes de cordero”, a cuyo final la gente coreaba “El que no salta es un inglés”, el cantante pensó en voz alta “Qué bueno sería que los ingleses fueran nuestro único problema, ¿no?”. Comentario sagaz en tiempos difíciles.



La banda retornó con “Difícil” y “Buenos tiempos” e invitó para los primeros bises a Martín “Tucán” Bossa, que compartió el teclado con Chucky De ípola. Lo que siguió, fue la convocatoria a algún piojoso para que suba a tocar. Aquella idea de Omar de Villa Ortúzar, de llevar un cartel para tocar “Bicho de ciudad”, contó con varios seguidores. Aún sin cartel, subió Nicolás de Lanús. Mientras tanto, las pantallas mostraban vistas aéreas de campos verdes, lejos de la urbanidad enfermiza. Nicolás, como Denisse el día anterior, se llevó una púa y la careta de Carlitos Balá, que vendría a certificar el haber pasado por el escenario en un ritual.



Luego, fue el turno de “Hoy es hoy” y “El Balneario de los doctores crotos”, donde hubo pedacitos de “Sex Machine”, de James Brown; “Relax”, de Frankie Goes To Hollywood; “La rubia tarada”, de Sumo y “We will rock you” de Queen. Además, contó con un solo de Roger Cardero en la batería; un duelo entre Andrés Ciro con Chucky en el teclado y otro con el Changuito. Una vez terminada la versión extendida, y yendo de vuelta a bises, en el silencio se escuchó la pregunta “¿Cómo salió Boca?”, que todavía estaba jugando con el Fluminense (y estaba perdiendo).



“Genius” retomó la acción, con la presencia de una hermosa Gibson roja que tocó el “Carpo” Cortés, quien registra todos los rituales de los últimos años y es el encargado de la sorprendente puesta en escena. También estuvieron el saxo, trombón y la trompeta, que fueron presentados cual prenda de Felíz Domingo para la juventud.



Con la llegada de “Muévelo”, subieron al escenario los asistentes de la banda para sus tradicionales pasos murgueros –que suelen arribar para “El balneario de los doctores crotos”- y también estuvieron dos chicos y dos chicas, elegidos por el cantante de la banda. “Buenos días Palomar” volvió a ser elegida para el cierre de la noche. Ciro se paró de cabeza antes de leer las banderas. Se esfumaba el par de noches piojosas en el bajo porteño.



Es entonces cuando los mismos que hicieron la previa, ahora hacen la salida. Tal vez, a tomar alguna cerveza por ahí. O directamente volver a casa, como Silvina y Valeria, de 21 y 16 años que vinieron de Pablo Nogués y Del Viso, respectivamente. Silvina presenció por primera vez un ritual en Luján, en el año 92. Y Valeria, en el Quilmes Rock del 2007. Silvina se quedó con ganas de escuchar “Globalización” y “Ximenita”, pero aún así, dice que estuvo “tremendamente bueno”. En cambio Valeria dice haber escuchado todas las canciones que quería que sonaran.





Mientras tanto, Luciana, Maitén y Marcela, que vinieron de Caballito, dicen que los van a ver “a todas partes” y agregan que su primer ritual fue en Atlanta, en el 2001. Unos cuantos minutos más tarde, Sabrina y Viviana compraban un pancho cerca de Corrientes y Callao, a donde llegaron caminando para tomarse el 60, con la intención de volver a Virreyes, desde donde vinieron. Con sus 22 y 24 años, coinciden en los recitales de la banda de El Palomar. Y compartieron la primera vez que los vieron en vivo, en Vélez del 2004. Con timidez, expresan un balance que bien resume el doblete piojoso: “Nos gusta venir a Luna porque escuchamos todos los temas que queremos. En el Luna es mejor que en un estadio grande. En el Luna es más un ritual”.

Redacción: Nadia Mansilla
Foto: Sebastián Klein
Publicado en:
www.lospiojos.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario