domingo, 5 de abril de 2009

¿Quién no soñó una vez que la emoción sea todo?



Caía el sol en el barrio porteño de Núñez y ahí nomás de la cancha de River, en Udaondo y Libertador, se escuchaba a un grupo de piojosos corear “El balneario de los doctores crotos”. Algunos de ellos eran Eliana, de Banfield; Florencia de Mar del Plata; Daniela, de Córdoba Capital; Lía, de Palermo; Panque, de Caseros; Matirra, de Chacabuco; Matías de Carlos Paz¸ Agus, de Congreso; Ramón, de San Miguel y Puchito de La Plata, una morena que lleva una remera pintada a mano, con la inscripción “Ciro miraaameee”.
En código de broma se hacen llamar “la familia manisera”. Cuentan, entre todos, que así es como ahí y entonces hacen la “previa” cantando hasta que entran todos juntos. También, que juntos viajan a donde sea que toquen Los Piojos. “¿Que si tenemos banderas? Sí, por todos lados tenemos banderas” y piedra libre para los trapos, en los bolsillos, adentro de una zapatilla, o en una campera. Dobladitas, por si acaso. La familia manisera estaba esperando que fuera el turno de Los Piojos en la tercera fecha del Quilmes Rock. Entonces, les preguntamos cuáles serían las bandas que tendrían que estar en la grilla ideal de un festival. Entre todos, contestaron que no podrían faltar Kapanga, Divididos, Las Pelotas, Guasones, El Bordo, Callejeros, La Renga, el Indio y el regreso de Viejas Locas, “porque si vamos a soñar, vamos a soñar en serio”, indica uno de ellos. Y Los Piojos, claro.
Ya adentro del estadio, y bastante adelante en el campo, charlando justo antes de que tocara Divididos, están Nuria, Jackie, Matías, Mica y Agustín. Son de La Matanza. Su fecha ideal, armada entre todos, incluiría a La Vela Puerca, No Te Va a Gustar, La Renga, Bersuit Vergarabat, Catupecu Machu y Divididos. Contentos por estar ahí, señalan que “el Luna es más íntimo, pero verlos en River es pura adrenalina”.
Por otro lado, hacia el fondo del campo, está Nahuel. Tiene 30 años y es de Tapiales. Lleva una remera roja, que se trajo del ritual que Los Piojos dieron en Chile. Dice que los sigue a todos lados: “Menos a la gira europea, Olavarría y la segunda vez que hicieron Comodoro, fui a todos. Desde el ‘95 que los sigo. Son el motor de mi vida y de mi adolescencia”. En su fecha perfecta tocarían su banda –Aves de Paso- junto a La Vela Puerca, Bersuit, Kapanga y Los Piojos. Y la razón por la que está tan atrás en el campo es un reflejo que le quedó luego de haber sobrevivido a Cromañón.
Minutos antes que la banda de El Palomar saliera al escenario, Carolina y Damián, de Morón y Lugano, esperan al costado derecho, bastante adelante. Ellos -que se conocieron en un cumpleaños cuando se pusieron a hablar de Los Piojos- son los papás de Azul, de 6 meses. Su fecha ideal contaría con Los Piojos, Divididos, Callejeros, La 25 y Guasones. Las luces se apagaron a las 22. Silencio. Tambores y gritos. Luces de las estrellas. De la oscuridad a la euforia en un segundo, cuando sonó “Arco”. Decenas de banderas flotando en el campo. Fuego en las pantallas que hacían de escenografía. “Chac tu chac” fue lo que siguió, en la noche fresca de luna casi llena, como indecisa. Luego, gran parte la cancha de River –que estaba llena- jugaron el juego de mover los brazos y aplaudir, el juego que se juega cuando suena “Ay ay ay”. Los tambores del Changuito Farías Gómez supieron colorear el puente.
“Buenas noches River”, saludó Andrés Ciro. El cantante llevaba una campera de cuero y una remera roja con un “68” gigante en el frente. “El Luna Park es muy cálido y se ve de todos lados, pero esto tiene un clima incomparable. Esto, esto es impresionante”, añadió, antes de que siguiera “Civilización” y “Angelito”.
“Todos sabemos que un tropezón no es caída. Y quién mejor que él”, se escuchó decir al cantante. En el estadio a oscuras, un rayo de luz daba sobre los botines más rockeros de la escena local, que colgaban del micrófono de Ciro. Vendría la intro y luego, “Maradó”, mientras en las pantallas se veían las gambetas de gloria del Diego más famoso que supimos conseguir. Y un “el que no salta es un inglés”, para después de terminado el tema, coreado por las plateas y el campo de River.
Para el tema siguiente, el cantante pidió que lo cantaran más que de costumbre. Y contó que cuando lo compuso, en la banda eran adolescentes excitados. “Ahora ya no somos adolescentes. Lo de excitados…”, bromeó. Y entonces sonó, cantado por el público y acompañado sólo por la guitarra de Ciro, “Tan Sólo”.
Dedicado a los piojosos “que no podemos ver pero que nos acompañan siempre, en especial para Gonzalo Ciro”, según el cantante, llegó “Luz de Marfil”. Luego, sería el turno de Tavo para tomar el micrófono. Cantó su deliciosa “Sudestada”, que le dedicó a Flavia, Larita y Bianca antes de cantarla y a Piti después de finalizada. Seguido, vino Micky y su arrasador “Un buen día”.
Ciro retornó al micrófono con “Fantasma”. Luego vinieron “Manjar”, “Media caña” y “Todo pasa”. Después de un par de chistes de salón que contó el cantante, vino “Difícil”.
Seguido, con una intro lenta, como para descifrar, fue el turno de “El farolito”. Ahí hubo breves improvisaciones del teclado de Chucky de Ipola; de los tambores del Changuito Farías Gómez y de los parches de Roger Cardero. Y ya delineando el final, “Bicho de Ciudad” y “Pacífico”, que fueron dedicados por Ciro a los héroes de Malvinas. Entonces, “tuvimos la suerte de que no lloviera”, afirmó el cantante, para luego traer ese fragmento de “El mendigo de Dock Sud”, de Moris, que anuncia la llegada de “Genius”. Esa fue una de las varias canciones que contaron con los vientos de Victor Skorupsky en el saxo, Bebe Ferreira en el trombón y Juan Cruz de Urquiza en la trompeta.
Un receso, un corte y una quebrada y el regreso de la banda al escenario dio inicio a un final con mucha resistencia. “Cruel”, primero. Luego, un cover de Stevie Wonder, incluido en el nuevo trabajo de Chucky De Ipola, donde Andrés Ciro canta. Seguido, y dedicado a Mario Pergolini –una especie de presentador durante la jornada- fue el turno de “Ruleta”. Con un video de unas animaciones como fondo, sonó “Muévelo”, donde una pareja subió a bailar al escenario, como en los viejos buenos tiempos. Después de una elección, el público votó por que fuera “Desde lejos no se ve” el próximo tema. Ahí Ciro agarró una de las cámaras que lo estaba filmando y se calzó el rol de cameraman, filmando a parte del campo.
Ya habían dado las doce cuando una improvisación de las cuerdas de Tavo irrumpió en el medio de la versión piojosa de “El Viejo”, de Pappo. Seguido, al taco, casi con furia, “Around & around/ Zapatos de Gamuza azul”. Y como punto final, antes de leer las banderas -que sería una especie de firma, la conclusión del ritual- llegó “Buenos días Palomar”. Las banderas, los trapos que colgaban tanto de las plateas Belgrano, Centenario y San Martín como de los brazos de muchos piojosos en el campo fueron leídos rapidísimo, con “Finale”, como fondo. Allí fue cuando Andrés Ciro anunció una próxima fecha para el Club Ciudad de Buenos Aires, el próximo 14 de mayo.
El estadio se vaciaba de a poco. Las calles de Núñez se llenaban de piojosos. Por ahí pasaba Luli, junto a Nacho y Pancho, dos amigos con los que vino desde Santa Fe. Luli fue la chica que subió a bailar en “Muévelo”. Dice que no sabe cómo, pero ella sabía que hoy, después de tanto seguirlos, de tanto viajar para ver a su banda, hoy sería el día que subiría a bailar por primera vez. Y así lo hizo. Y así se iba contenta, con otro show grabado en su memoria. Como las otras sesenta y cinco miles de almas en un ritual sin calma.
Foto: Sebastián Klein