lunes, 20 de julio de 2009

¿Con o sin barbijos?



La desprotección estatal y la precariedad laboral afecta a los trabajadores de la salud



Una situación dramática: enfermeros, camilleros, cocineros y otros laburantes de hospitales, clínicas y sanatorios que ponen el cuerpo por el bienestar de enfermos ven cómo la precariedad laboral y la desprotección estatal los golpea. Y hablamos con trabajadores del sector privado, nucleados en el Nuevo Sindicato de la Salud de la CTA y nos contaron cómo fue trabajar en medio de cierta desidia, en plena pandemia.



En abril fue la explosión de la Influenza A -también conocida como H1N1- en México. A principios de julio, la enfermedad y la psicosis llegaron a Buenos Aires. Para entonces los medios masivos de comunicación transmitían pánico y las medidas frente a la emergencia sanitaria eran poco claras. Dentro de ese panorama, Paula Becerra y Gustavo Ávalos, del Sanatorio Mitre y Yolanda Guitián del Centro Gallego, describen cómo fue trabajar en esas condiciones, desde sus distintos sectores laborales. Paula trabaja en el Archivo; Guistavo es camillero y Yolanda, enfermera:

“Al principio sentimos que todo era un lío y nadie sabía bien cómo había que manejarse. Ponían normas que iban cambiando. Un día había que usar barbijo y al otro día, ya no. Había mucha desprotección para los trabajadores. A nosotros, por ser delegados, los compañeros nos consultaban qué hacer, pero se implementaban normas según el presupuesto. Como los barbijos que les quisieron dar a los camilleros, que eran más baratos, pero no cumplían las normas de seguridad”, describe Becerra.

Sobre esos barbijos, Ávalos agrega que “eran totalmente precarios. Nosotros nos negamos a usarlos y decíamos que teníamos que tener el tipo 3M, porque estamos en contacto directo con los pacientes. Por otra parte, cuando empezó el tema de la gripe, pedíamos que nos vacunaran, para que los compañeros que tuvieran síntomas de la enfermedad, se quedaran aislados. Y no nos quisieron vacunar. También pedimos una charla a la gente de infectología, cuando todavía no había muertes, y dijimos que queríamos usar barbijos, como los usaban en México. Nos dijeron que estábamos exagerando y que no iba a pasar nada. Hasta que hubo 30 muertos y ahí empezaron a cambiar la actitud. Pero los barbijos todavía no aparecen”.

Efecto Cromañón

Becerra apunta a la desprotección estatal cuando señala que en la Argentina “no hay un plan de contingencia. Cuando se desató en México, acá decían que no pasaba nada. No hubo medidas preventivas. Es como cuando ocurrió el incendio en Cromañón, que había mucha desorganización y venía gente al Sanatorio buscando a sus chicos porque no sabían dónde estaban y había chicos apilados sin ser identificados. Aquí no hubo normas claras ni medidas serias”. A lo que Guitián agrega que “hay normas de bioseguridad que son internacionales y acá cada institución, según sus recursos materiales, generó normas nuevas. Niegan un elemento fundamental como el barbijo en las dependencias de salud. Esto debería ser controlado por el Ministerio de Salud y no sucede. Y esa desprotección también le toca a la población en general”.

En ese sentido, a la falta de enfermeras y la sobrecarga de tareas, hay que sumarle el desgaste que estas trabajadoras suelen sufrir debido al maltrato por parte de pacientes que frente a horas de espera y pánico generalizado, reaccionan con violencia frente a quienes son la cara visible de la institución médica.

Por otra parte, del lavado del uniforme -también foco de contagio- no se hacen cargo los sanatorios y las clínicas, sino que el trabajador debe llevarlo a la casa, exponiendo así a los miembros de su familia.

Tal es el desconocimiento del rol del trabajador de la salud que en los Comités de Crisis no son representados. Frente a esto Guitián añade que “todas las instituciones de salud tendrían que tener Comités de Crisis, integrada por los trabajadores. Están formadas por infectólogos o médicos, que están atados a las directivas de los empresarios y no a las necesidades de los trabajadores y de la población. En mi trabajo, por ejemplo, no están controlando nada”.

Con ese objetivo, el de controlar y cuidar a los trabajadores de la salud, el pasado 15 de julio el Sindicato de la Salud elevó un petitorio pidiendo la participación en los Comités de Crisis de los trabajadores; un plus sanitario por insalubridad para todos los trabajadores de la salud; expresó la necesidad de mayor capacitación para los enfermeros y la incorporación de personal en todos los lugares de trabajo. Además, un punto fundamental que es el reconocimiento de la gripe H1N1 como enfermedad laboral, algo a lo que las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo se están resistiendo.



Fotos: Juan Martín García