Mark Ravenhill se destaca, al igual que Sarah Kane y Patrick Marber entre otros, como uno de los jóvenes autores británicos de los noventa pertenecientes al grupo conocido como el In yer face. Sus trabajos están signados por el auge y desarrollo de las nuevas tecnologías, un descreimiento del progreso y una sociedad del consumo y del espectáculo. Un teatro complejo que rompe constantemente el canon, pero que al mismo tiempo instala la posibilidad de nuevas inscripciones en la tradición en la que se enmarca. Estos autores ahondan en la construcción del lenguaje y proponen no sólo un cambio formal, sino también un cambio en el foco de lo que se dice, desarrollando una nueva corriente de construcción dramática donde la palabra toma una relevancia fundamental.
Ravenhill piensa en un teatro que pueda sacudir a la platea a partir de la crudeza del discurso. Elige hablar desde el margen: drogadictos, homosexuales, jóvenes, punks, lo periférico. Este foco en la marginalidad contemporánea expone las problemáticas de inclusión y exclusión, devolviendo una mirada crítica sobre nuestra sociedad y el mundo de consumo globalizado.
La alienación, producto de este sistema, libra al sujeto a su propia suerte en un entramado de permanente dependencias, exponiéndolo a una violencia permanente. Nuestro mundo es violento, y Ravenhill no lo expone de otro modo, toma partido haciendo un llamado de atención sobre el estado de alienación de los ciudadanos. Propone un teatro político que se enfrenta al discurso demagógico dominante, quita el velo que pretende tapar las más profundas estrategias de funcionamiento del propio motor del sistema.
El sistema capitalista es foco fundamental en la obra de Ravenhill, sus personajes viven al margen o son comprendidos por él. Sin embargo su posición no es tan simplista, no se trata de que aquellos incluidos la pasan bien y los excluidos mal, en su visión el propio sistema termina por devastar todo lo que tiene a su alcance, nadie escapa a las consecuencias y el escepticismo reinante deja a todos al borde de una profunda desesperación. Dentro de un sistema violento no se puede sino ser violentado y tornar las propias acciones violentas.
Duración: 90 minutos.
Me gusta mucho la obra de Sarah Kane, y si este buen tipo formo un colectivo con ella intuyo hacia que lado puede ir la obra. Probablemente vaya.
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